Soy lo que hago y no lo que digo. Pero si digo lo que pienso ser, anticipo mi existencia.
¿Acaso es posible ser-antes-de-ser?
18 septiembre, 2006
11 septiembre, 2006
07 septiembre, 2006
Jueves de Euforia en EU!
Pateando tetras vacíos en medio de malabaristas que escupían fuego, así me desperté. Había suficiente noche como para creer con convicción que el día siempre había sido una ilusión y un sueño con demasiada luz. Un sueño muy largo, un sueño intermitente, un sueño de mierda. Así que cuando abrí los ojos escupí de risa a los cadáveres que me acompañaban en ese infierno redondo. Un infierno en carpa.
Donde las torres caen cacheteadas por aviones suicidas, donde turcos de turbante de mirada perdida miran a una cámara de TV diciendo que sí, que ellos mismos van a acabar con el Mundo. Donde señores de traje y escarapelita escuchan los eructos de un Dios borracho y quieren tener el tupé de traducirlos.
Donde 80 pelotudos se mueren cada veinticuatros horas por la ambición ajena y la inspiración de uno que tira de un hilo.
Donde miles de millones se comen entre sí, porque el hambre anula toda moral, para siempre.
Donde yo soy un pobre imbécil que sólo piensa en sus inseguridades mariconas.
Donde los Dráculas del Milenio visten traje, corbata, celular y anteojos negros y van sonriendo y hablando de su caddy importado.
Yo estaba en el medio de todo eso tomando sangre de yarará, en una selva de pirotecnia emocional, y me dije que estaba bien, que debía estar ahí, que me lo merecía.
¿Me lo merecía?
¿Quién carajo se merece vivir en esta basura?
Donde las torres caen cacheteadas por aviones suicidas, donde turcos de turbante de mirada perdida miran a una cámara de TV diciendo que sí, que ellos mismos van a acabar con el Mundo. Donde señores de traje y escarapelita escuchan los eructos de un Dios borracho y quieren tener el tupé de traducirlos.
Donde 80 pelotudos se mueren cada veinticuatros horas por la ambición ajena y la inspiración de uno que tira de un hilo.
Donde miles de millones se comen entre sí, porque el hambre anula toda moral, para siempre.
Donde yo soy un pobre imbécil que sólo piensa en sus inseguridades mariconas.
Donde los Dráculas del Milenio visten traje, corbata, celular y anteojos negros y van sonriendo y hablando de su caddy importado.
Yo estaba en el medio de todo eso tomando sangre de yarará, en una selva de pirotecnia emocional, y me dije que estaba bien, que debía estar ahí, que me lo merecía.
¿Me lo merecía?
¿Quién carajo se merece vivir en esta basura?
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