Pienso en ensuciarme.
Fantaseo con el día en que esté al frente de un aula, o en una casita en una villa, o en un colegio de niños bien, peleando.
Los tres casos no son iguales. Uno es más difícil que el otro.
El viernes discutía: no creo en poder cambiar la mentalidad de un adulto al que sólo le interesa su bolsillito.
Y me preguntaron: ¿Y pensás que podés cambiar la mentalidad de un adolescente al que no le importa nada, porque su vida es pura violencia, material, mental?
Sí, respondí.
Apenas pude explicar por qué, por qué me da esa impresión.
Un adolescente reventado, al que no le importa nada, ni su vida, ni la historia, ni la puta madre que lo parió, está a la misma deriva. Está casi carente de valores. Está en lo más bajo de la opresión. Yo espero poder mostrarle su lugar, para que pueda empezar a pensar cómo cambiar eso. Su vida, su opresión, su realidad, el mundo.
Es difícil, claro que es difícil. En algunos casos será imposible.
Pero lo dije una y mil veces: no creo en los determinismos. Creer en los determinismos es dar las causas por perdidas. El condicionamiento podrá ser feroz, pero creo que siempre hay un último resquicio de fuerza, de lucidez.
Expandámoslo.
Expandílo en vos, ya que estás.
Ensuciáte. Movéte.
Apagá la televisión.
Aprendé de tus errores.
Bajáte de la pelotuda soberbia del bolsillito.
La lucha es volver en bicicleta aunque esté lloviendo a cántaros, aunque las calles sean de tierra y estén llenas de baches, aunque los autos pasen a 150 kilómetros por hora en contramano. Porque andar en bicicleta mientras llueve, es hermoso.
Ensuciándose.
3 comentarios:
Usted es un mugriento.
Cordialmente,
Yo.
Del barro somos y al barro volveremos.
¿Era asì?
Polvo, barro. Polvo me gusta más. Igual, ya que vamos a volver, volvamos con tutti.
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