27 agosto, 2006

Morrones en paquete - Parte 1

Porque no queremos que nuestros lectores se queden ciegos con la letra impresa en la revista, aquí va la primera parte de "Morrones en paquete", por María la del Barrio. Publicaremos la nota completa en varios episodios, para generar intriga.

Cine under, comida china, visita semanal al Malba, soñar con vivir en el campo (pero con internet), remeras retro, todo retro, labios carmín y collares de perlas a lo Dietrich, Cacho Castaña (porque ahora es retro: Rolo Puente ya fue). Porro de la villa, depto. en Palermo, andar descalzo por Plaza Francia, hablar de autenticidad, ignorancia y burguesía, comprar la Barcelona y la Playboy (porque ahora no es sólo para pajeros). Manu Chao, Tarantino y decir “qué buena onda” ante cualquier cosa que nos entusiasme. Por ejemplo “mi primo se fue a pasar un tiempo con una comunidad wichi y trajo bocha de hongos que te hacen sentir parte del universo” y lanzar un “¡qué buena onda!” casi extasiado. “Fuera Bush” pero ahorrar como cerdito para comprarse la laptop, si es blanca mejor.
Estamos locos, locos muy locos, cansados de pensar y leer Foucault. Originales, auténticos, libres, especiales, tiránicamente distintos al “resto”. Ese resto compuesto por ropa Sarkany (ahora sólo para gatos), CDs de Chayanne y novelas calentonas de mediodía, medallitas de oro de la virgen, iniciales o nenitas/os (no rosarios, porque ahora los usa Deborah de Corral), Scary Movie, Mc Donalds, títulos de contaduría, administración y, como pobretón, mecánico dental. Arjona, FM 100 y Marley por el Mundo. Pulseritas del Pupi, Infobae, chill out, chill in (¿no hay uno que esté en el medio?), Coelho, añoranzas del menemato, Hawaiian Tropic y daikiris dulces, muy dulces. Gente mediocre de la que hay que DIFERENCIARSE… ¡a comprarse ropita en el Ejército de Salvación antes de que se lleven lo mejor!.

Paquetes y morrones. Unos se escapan de otros cuidando casi demencialmente la línea divisoria. Cuánto stress madre mía. Que no se mezclen los tantos, señores. No vaya a ser que encontremos en el Malba alguna señorita lánguida sin anteojos de Soledad Silveyra ni bolso cruzado con gran solapa ni pollera retro, retro, retro conchuda. Como tampoco toparse con un jugador de polo en… en…mmm… ¡Oh! ¡Cristo! ¡Pero si terminan habitando casi los mismos sitios!. De hecho no es muy extraño encontrarse palermígenas semicultos y hippies chic en la cosa ésa de Alan Faena, donde a su vez rugbiers con camisa rosa y novias caretas meten sus perfumadas narices sin nunca haber entendido el humor de Woody Allen, el pop art y el dadaísmo. Qué crimen.

1 comentario:

Juan Manuel Bruñol Silvani dijo...

¿No queremos?
¿Porqué generalizar?

abrazo de gol